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Sembrar arte es cosechar cultura

El arte y la cultura han estado vinculados durante toda la historia de nuestra especie, no podía ser de otra forma con nuestro chocolate. Luego de convertirnos en pioneros con el chocolate de referencia dominicano asumimos el reto de representar nuestra cultura cacaotera y promover la cultura chocolatera dominicana en nuestro país y el mundo y que mejor manera hacer esto que a través de arte nativo. En este nuevo blog de #culturakahkow te contaremos cómo el arte ha dirigido la breve historia de nuestra marca.

El arte es entendido generalmente como cualquier expresión comunicativa de ideas, emociones o cualquier otra perspectiva, es por eso que el arte representa un componente esencial de la cultura, pues retrata e inmortaliza ideas, valores, creencias e incluso hechos históricos.

Para nuestros chocolates el arte ha sido el mecanismo capaz de capturar el abanico de experiencias, conocimientos y tradiciones que constituyen nuestra cultura cacaotera. Nuestras producciones de cacao, compuestas de agricultores de diversas etnias y regiones por todo el territorio nacional, son acompañadas con frecuencia de música, desde la cosecha hasta la selección existen canciones dedicadas al cacao que han sido recitadas por generaciones.

A la hora de dar el paso de abrir las puertas de nuestra dominicanidad desde el chocolate en la ciudad de Nueva York, capital del mundo, teníamos claro que debíamos rendir un homenaje que viajase más allá de los perfiles que degustaremos, de la mano con un equipo de profesionales comprometidos con nuestra visión desarrollando un proceso de levantamiento que culminó en la elaboración de una colección de ilustraciones que acompañan nuestros chocolates por todo el planeta.

Hemos colaborado con pintores como Jose Miura quien desarrolló una interpretación de los monumentos más icónicos de nuestra ciudad colonial para fungir como memorabilidad en los recuerdos de las más peculiares turistas que visitan nuestras costas o quieran viajar a ellas a través del paladar.

Para nuestra colección de productos tradicionales trabajamos dela mano con el excelso Lizander Jiménez, un humilde joven de Bona que acostumbraba marotear cacaotales en la riviera del Jima y capturó con prodigioso pincel la memorable biodinámica y botánica del cacao dominicano.

Si bien a penas coqueteamos con una década de comercialización de productos desde nuestra sombrilla de cacao, son innumerables las generaciones de trabajo y esfuerzo que capturan y comparten nuestros chocolates, es a ese legado al que queremos rendir tributo con nuestras recetas, sembrando arte para cosechar cultura.

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